
Mi visión
Enseñar danza va mucho más allá de transmitir una técnica: es acompañar un viaje de autodescubrimiento, expresión, libertad corporal y conexión con los sentidos. Aunque es difícil poner en palabras lo que significa para mí enseñar, sé que la danza me ha enseñado incluso más. Compartir el movimiento con otras personas me permite aprender de ellas y conectar de formas profundas, en un canal que solo el cuerpo en movimiento puede abrir. También es una manera de honrar el legado de quienes han caminado antes este camino, de inspirar como en su momento me inspiraron a mí.
El movimiento es lo más humano que existe, y enseñar danza es, para mí, una forma de dejar huella en este mundo.
Mi propuesta
Mi enfoque parte de la exploración corporal más que del dominio de una técnica específica. Me interesa brindar herramientas que despierten la sensibilidad y la conciencia corporal: cambios de peso, niveles, trabajo de piso, espacialidad, y cualidades de movimiento. Busco que cada estudiante encuentre su propio lenguaje y se atreva a moverse desde lugares no explorados, en un proceso libre de juicio, creativo y desafiante.
He trabajado con niñas, niños y adolescentes de entre 8 y 18 años en niveles principiante e intermedio, dentro de cursos de verano, talleres de creatividad y clases particulares. En estos espacios he impartido herramientas técnicas, de fuerza, conciencia corporal, espacialidad e improvisación. Esta experiencia me ha confirmado que cada persona tiene un proceso único y una forma propia de adaptarse al movimiento, y eso es lo que lo hace valioso. Por eso, propongo caminos que fortalezcan una base sólida sin borrar la individualidad de cada estudiante.
Mi intención es acompañar procesos donde cada alumno pueda construir confianza en su cuerpo, desarrollar habilidades como la fuerza, coordinación, creatividad y trabajo en equipo, y encontrarse con la danza como un espacio de posibilidad.
